Almudena de Benito (Chiquitectos): “Tenemos mucho que aprender de cómo se adaptan los niños a cualquier situación”
La arquitectura interior queda eclipsada en ocasiones tras una impresionante fachada o un precioso tejado de pizarra. La gestión de los espacios de la vivienda, la función de las habitaciones o la delimitación entre lo laboral y lo lúdico son algunas de las cuestiones que han cobrado protagonismo durante el confinamiento causado por la crisis del coronavirus. ¿Estamos los humanos preparados para pasar semanas en casa?
La arquitecta Almudena de Benito dedicó su tesis a La infancia en casa, donde hace un repaso a la evolución a lo largo de la historia de una zona especial dentro de la casa, el cuarto de los niños. Desde 2011 dirige Chiquitectos, un proyecto que pretende acercar la arquitectura y el urbanismo a los niños y sus familias a través de talleres, actividades y juegos.
CUPA PIZARRAS – Con su experiencia de más de diez años educando a través de los juegos ¿Qué consejo daría a los padres y madres que están pasando el confinamiento con sus hijos?
Almudena de Benito – Yo creo que el juego libre es fundamental, es la oportunidad para dejar a las niñas y niños sacar piezas sueltas, que ordenen, que coloquen… Y luego, juegos de construcción, algo que hemos hecho todos que es construir la casa dentro de la casa: cabañas, refugios, la imaginación al poder. Todo ese tipo de juego libre está muy bien.
También juegos compartidos, acompañarlos en las actividades y tareas como “vamos a cuidar de nuestras plantas” o cocinar, “venga vamos a hacer albóndigas” o “vamos a hacer un bizcocho”.
CP – ¿Va a servir esta crisis para desempolvar los juegos de mesa o el entretenimiento digital seguirá con su hegemonía?
AdB – Yo limitaría el acceso a las pantallas, aunque obviamente también depende de la edad. Está genial que se comuniquen con sus amigos, o sus clases, o juegos en equipo con otros niños. Todo esto lo veo súper bien, pero creo que estos días son buenos para aprovechar a hacer lo que nunca hacemos: jugar con nuestros hijos.
Yo lo veo en los talleres, ¿a la gente por qué le encantan los talleres del fin de semana? Porque habitualmente no pasa tiempo compartido con sus hijos. El taller de una hora y media de juego compartido, de construir una maqueta, eso es lo que creo que podemos hacer estos días y dejarles a ellos llevar la voz cantante.
CP – Los adultos nos pasamos la vida tratando de educar a los niños, pero ¿qué deberíamos aprender de los niños durante estos días?
AdB – La capacidad de adaptación tan brutal que tienen. Están confinados en casa, sin salir, y lo llevan con alegría. Tenemos mucho que aprender de cómo se adaptan a cualquier situación y de su capacidad de extrañamiento ante las cosas. La mirada de un niño ante una cosa nueva, las preguntas que se hacen, el cuestionar absolutamente todo. Son días de mucho aprendizaje, en los que estamos trabajando mucho el manejo de la incertidumbre. No se pueden hacer planes y no estamos acostumbrados a ello.
CP – Su tesis se titula “La infancia en casa” y habla de los espacios domésticos vinculados a la niñez. ¿Qué es el cuarto de los niños en una casa del siglo XXI?
AdB – El cuarto de los niños del siglo XXI es un cuarto expandido y conectado. A determinada edad ya no es una habitación, es un dispositivo con el que yo me conecto con el mundo. Y es un cuarto que se expande a otros lugares. El niño muchas veces tiene dos cuartos porque sus padres se han separado o porque pasa tiempo en casa de los abuelos.
Por otro lado, se ha dado una cosa que ya ocurría en la Edad Media y es la sala multiusos, el salón de la casa, que está absolutamente colonizado. Al final lo que hacen los niños es colonizar el espacio de la casa con sus cosas y con sus juegos.
CP – La arquitectura nos rodea y no nos damos cuenta. ¿Hay que potenciar la educación espacial?
AdB – Por supuesto. Debería estar incluido en el currículum escolar. La arquitectura como disciplina que además abarca muchas otras como matemáticas, física, urbanismo, historia del arte etc. Desde un taller de arquitectura se puede hablar de muchísimos conceptos.
Nosotros en lo que más hincapié hacemos en los talleres es en las sensaciones que tú tienes en un espacio, intentar adivinar por qué hay espacios que te gustan y otros que no. ¿Esto por qué es? Porque el techo está bajo y me agobia, porque no tiene luz natural, porque entra el sol y entonces me parece agradable y me quiero quedar, porque hay mucho ruido… o sea, el ser consciente de qué características de un espacio te hacen querer estar ahí o quererte ir. Esto lo que hace es que los niños sean personas exigentes con los espacios que les rodean, que me parece fundamental, más allá de que sean capaces, por ejemplo, de saber leer un plano.
CP – Muchos de los niños que van a vuestros talleres han crecido en ciudades. ¿Son conscientes de la cantidad de materiales que nos ofrece la naturaleza?
AdB – Un poco de todo, depende también del entorno de cada uno. Hay niños que tienen jardín o que pasan el verano en la montaña… Tenemos algunos talleres que están relacionados con la construcción de refugios animales, como hormigueros. No creo que estén tan desconectados, mi visión es que no están desconectados con la naturaleza. Nosotros tenemos talleres en los que intentamos meter palitos, piedras, elementos naturales para que también los utilicen en las construcciones.
CP – ¿Y reconocerían lo que es si un día les llevo pizarra?
AdB – Debería hacer la prueba de preguntar si saben qué es la pizarra. Yo creo que la primera asociación va a ser con la pizarra digital, pero como material… quizá algunos más mayores igual sí, pero no creo que sea algo que conozcan como la teja o el ladrillo. Imagino que también depende de su entorno familiar. Voy a hacer la prueba cuando volvamos al ataque y te cuento.
CP – La pizarra, entre otras cosas, se utiliza como material de cubierta. Según su experiencia, ¿qué tipo de tejados hacen o dibujan los niños, el típico tejado a dos aguas o son más originales?
AdB – Nosotros al principio de cada taller hacemos una introducción con imágenes para inspirar y para romper ese imaginario creativo colectivo de casita con tejado a dos aguas y ventanita partida en cuatro con cortinas a los lados, que para mí es un horror.
Cuando hablamos de cabañas y refugios, la verdad es que el tejado a dos aguas no aparece mucho, también es porque es más difícil de construir en una maqueta que una cosa plana. Hacemos refugios con hueveras, bandejas de porex o palitos, son cosas tan locas que no entra la casita normal. Y cuando hablamos de ciudades, en el taller de ciudad sostenible, hablamos de ciudad densa en la que tampoco entra la vivienda unifamiliar.