La pizarra natural durante el Imperio Romano
No hay duda de que la pizarra es un material excepcional. Sus propiedades físicas, mecánicas y estructurales la hacen única, no existe ninguna otra roca en la naturaleza que reúna tantas características ventajosas para multitud de usos. Para las sociedades prehistóricas, que no disponían de fábricas o industrias que proporcionaran materiales de construcción regulares y homogéneos, la pizarra era una autentica navaja suiza, debido a la cantidad de usos que le se pueden dar.
La civilización romana, la base del mundo occidental tal y como lo conocemos, fue la primera en extraer, trabajar, transportar e instalar pizarras de tamaños normalizados en cubiertas. En las zonas en las que había yacimientos de pizarra, esta se trabajó de manera regular.
Excavaciones de la villa romana de Abermagwr donde se puede apreciar parte de la capa de pizarra. Imagen original en Davies y Driver, 2018. “The Romano-British villa at Abermagwr, Ceredigion: excavations 2010–15”
Plinio el viejo ya mencionaba la existencia de pizarra de Liguria, cerca de Génova, en sus escritos, aunque no describe canteras ni explotaciones regulares de esta roca. Sin embargo, el yacimiento arqueológico romano donde se ha documentado con mejor detalle el uso de pizarra en la cubierta no se encuentra en Italia, sino en el sur de Gales, en Ceredigion.
Pizarras para cubiertas recuperadas de la villa romana de Abermagwr. Imagen original en Davies y Driver, 2018. “The Romano-British villa at Abermagwr, Ceredigion: excavations 2010–15”
En esta localidad se encuentra la villa romana de Abermagwr, habitada entre los siglos I y IV d.c. A 5 kilómetros de esta villa se ha encontrado una cantera de pizarra que suministró la piedra con la que se hizo la cubierta. Lo más importante de este yacimiento es la evidencia de fabricación de modelos estandarizados, para lo que se empleaba una plantilla supuestamente de metal que servía de guía para rayar la superficie de la pizarra.
Posteriormente se recortaba el formato empleando un hacha o herramienta similar, siguiendo el mismo proceso empleado en otras zonas pizarreras hasta no hace mucho. El formato principal es el hexagonal, con dimensiones aproximadas de 30x30cm, y espesores superiores al centímetro. También se han encontrado piezas rectangulares y formatos “rústicos”, sin forma definida, pero de dimensiones similares.
Diversas imágenes de pizarras recuperadas de la villa romana de Abermagwr. Imagen original en Davies y Driver, 2018. “The Romano-British villa at Abermagwr, Ceredigion: excavations 2010–15”
Instalación y modelos romanos
El estilo de colocación romano debía ser muy parecido a como se coloca hoy en día en la escuela tradicional alemana. Las pizarras se sujetaban a la cubierta de madera mediante clavos, solapando a las que tenían por debajo. Los clavos eran de madera o, más frecuentemente, de hierro, de los que muchos se han conservado hasta nuestros días. Las perforaciones para los clavos se hacían con una herramienta de sección cuadrangular, lo que hace que estos agujeros tengan forma cuadrada.
Reconstrucción de una cubierta de pizarra romana empleando las piezas recuperadas en la excavación. Imagen original en Davies y Driver, 2018. “The Romano-British villa at Abermagwr, Ceredigion: excavations 2010–15”
Otra evidencia que demuestra la fabricación de modelos estandarizados es que los agujeros se encuentran siempre a la misma distancia de la base, lo que se conseguía empleando una herramienta de medida similar al pic mesur, nombre galés para el popular palo de medida que se empleó en todas las canteras de pizarra hasta la popularización de los metros flexibles o flexómetros.
Cada pizarra pesa aproximadamente 2,7 kilogramos, lo que requeriría una cubierta sólida que soportase todo el peso, mayor que el de las pizarras actuales. Además, las pizarras suelen presentar varios agujeros adicionales además del principal, posiblemente debidos a la reutilización de las piezas. Es también posible observar las marcas dejadas por las herramientas con las que se fabricaron las pizarras, lo que constituye otra prueba de una producción regular.
Pic mesur, bastón de medida de la longitud de las pizarras.
Se han encontrado pizarras romanas en todos los rincones del Imperio Romano, desde los ya mencionados yacimientos de Swithland, a Bermel (Mayen, Alemania), Amberes (Bélgica), o Valencia do Sil, en Valdeorras, España. Todas estas zonas cuentan con importantes yacimientos de pizarra.
La red de calzadas que construyeron los romanos, algunas de las cuales están en uso hoy en día, permitió el transporte de pizarras a lo largo de decenas de kilómetros, habiendo incluso indicios de su transporte y comercio a través del Canal de la Mancha. Las pizarras belgas de lo que hoy en día son Las Ardenas se embarcaban con destino al sur de Inglaterra, siguiendo una ruta que se mantuvo activa durante muchos siglos.
La pizarra no es solo un material para cubiertas excepcional, sino que además tiene una historia de siglos. Se lleva empleando prácticamente de la misma forma desde los tiempos del Imperio Romano, lo que es una garantía que demuestra su perfecta adaptación a todo tipo de construcciones y soluciones arquitectónicas.